Sus principales cultivos desde tiempo inmemorial han sido los cereales: trigo, cebada, avena y forrajeras como la veza y esparceta o pipirigallo, entremezclados con la vegetación autóctona propia de la sierra, con pinos rodenos, albares, y en las partes más bajas pino carrasco; mezclados con robles, comúnmente llamados rebollos, encinas, como la sabina, enebro, carrascas y coscojas. Plantas esteparias como el erizo, la estepa y las aliagas entre otras y aromáticas de romero, espliego, tomillo y similares. También algunos frutales como el avellano, el almendro y el cerezo, y en determinados rincones fresas silvestres. Cabe destacar en el otoño las variedades de hongos, el rebollón rodeno en los pinares.

Este tipo de vegetación y clima favorece la ganadería ovina y caprina y en épocas pasadas ha llegado a contar con ganado bovino propio de los prados de Castilla León, y con una fauna autóctona muy variada con aves rapaces, águilas diversas y varias familias de halcones, azores, gavilanes y cernícalos y otras especies propias de los cultivos de grano, como la perdiz, la codorniz, estorninos y las familias de córvidos, urracas y cornejas. En cuanto a los mamíferos, actualmente las liebres, conejos de monte, zorros, mustélidos y felinos como el gato montés y la jineta y otros como el jabalí viajero y caprichoso.

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